El reporte califica la situación mundial como “sombría” y sostiene que la economía mundial se desacelerará del 6,1% de 2021 al 3,2% durante 2022.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) mantuvo este martes las proyecciones de crecimiento para la Argentina en 4% en 2022, al igual que en su último reporte de abril, y al mismo tiempo bajó las estimaciones para la economía global de este año por tercera vez consecutiva, calificando al panorama como cada vez más “sombrío” debido a la inflación y las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania.
De acuerdo con las nuevas proyecciones del FMI, la economía del mundo se desacelerara del rebote de 6,1% del año pasado a un 3,2% durante 2022, lo cual representa 0,4 puntos porcentuales menos que en el último informe de “Perspectivas Mundiales” que realizó el organismo multilateral en abril, y 1,2 menos que en el de enero.
Asimismo, para el año próximo se espera una expansión del 2,9%, frente al 3,6% que se calculaba hace tres meses.
En el caso de la Argentina, se proyecta un crecimiento de 4% para este año y de 3% para 2023, las mismas estimaciones que en el de abril cuando se habían incrementado en 1 y 0,5 puntos, respectivamente.
De acuerdo con el reporte, la producción en el mundo “se contrajo en el segundo trimestre de este año, debido a las recesiones en China y Rusia”.
“La economía global, aún afectada por la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, está enfrentándose con un panorama cada vez más sombrío, y muchos de los riesgos a la baja que fueron marcados en nuestro reporte de abril comenzaron a materializarse”, afirmó el economista jefe del organismo, Pierre-Olivier Gourinchas, en una entrada de blog que acompañó la publicación del informe.
El economista advirtió que el mundo “podría estar tambaleándose en el borde una recesión global, sólo dos años después de la última”.
Durante el segundo trimestre la producción mundial se redujo a causa de varios factores, entre los cuales, el FMI menciona a una “inflación más alta de lo esperada, especialmente en Estados Unidos y las principales economias europeas” que provocó un “endurecimiento de las condiciones financieras globales”.
A esto se suman “la desaceleración de China que fue peor de lo anticipada y que refleja los rebrotes y las cuarentenas por el Covid-19 en ese país”, y “otros efectos secundarios negativos de la guerra en Ucrania”.
La baja en las proyecciones mundiales fue impulsada especialmente por los retrocesos en las principales economías avanzadas: Estados Unidos, China y la zona del Euro.
En el caso estadounidense, el país obtuvo la mayor revisión a la baja esperándose un crecimiento para este año de tan solo 2,3%, lo cual representa 1,4 puntos porcentuales menos que en la estimación anterior, debido a la caída en el poder de compra de los hogares y el endurecimiento en la política monetaria.
En tanto, para el año próximo se espera que continúe la desaceleración con una expansión estimada del 1%.
Del mismo modo, en China las nuevas cuarentenas y la profundización en la crisis inmobiliaria motivaron a una baja en las proyecciones al 3,3%, 1,1 puntos menos de lo que esperaba el FMI y muy lejos del 5,5% que se fijó como meta el gobierno de ese país.
En la Eurozona, en tanto, se espera una expansión del 2,6% (-0,2 puntos respecto a abril), con crecimientos de 1,2% en Alemania (-0,9), 2,3% en Francia (-0,6), 3% en Italia (+0,7) y 4,0% en España (-0,8).
En tanto, la economía de Rusia se desplomaría 6% este año a causa de las sanciones occidentales, un porcentaje menor al 8,5% previsto en abril dado a que su contracción en el segundo trimestre “fue menor a la proyectada”, y “las exportaciones de petróleo crudo y productos no energéticos se mantuvieron mejor de lo esperado”.
Por su parte, Ucrania caería 45% aunque el FMI señaló que dicha estimación hay que tomarla con “extrema incertidumbre”.
En Latinoamérica y a contramano de las principales economías, el FMI revisó al alza los crecimientos proyectados de Brasil y México a 1,7% (+0,9) y 2,4% (+0,4), respectivamente, aunque los modificó a la baja para el año próximo.
En el informe, el organismo conducido por Kristalina Georgieva hizo énfasis en la suba internacional de la inflación, “en parte motivada por el crecimiento de los precios de los alimentos y la energía”, además del “impacto de las presiones de costos por las disrupciones en las cadenas de suministro y la falta de oferta en los mercados laborales”.
El FMI ahora proyecta una inflación que promediará el 6,6% en las economías avanzadas y 9,5% en los países emergentes y en desarrollo, lo cual implica una revisión al alza de 0,9% y 0,8%, respectivamente.
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